sábado, 25 de junio de 2011

Los abuelos (de poemas para niños)

Un poema viejo que rescato para mis abuelos, 
ahora que me estoy desabuelando.

El abuelo cuenta historias por las tardes
aunque no haya quien lo escuche.
Imagino que fue el héroe de otros tiempos
donde había estrellas y había un sol.
A veces, entre el sorbo del café
parece que ha olvidado que lo escucho.
Me revuelco de risa,
le pido el cuento que narró ayer:
¿no era de Pedro el caballo?,
¿no vivían cerca del mar?
La ropa del abuelo huele a todo su cuarto,
al mercurio peruano de la mesa,
a la fuga de agua del lavabo,
al polvo de sus estatuillas,
a la crema rosa de su tocador.
La abuela viste falda todo el tiempo,
y cubre la mesa con su encanto:
empanadas, tamales, quesadillas, arroz con leche.
Y ella se sonríe con mi sonrisa.
La ropa de la abuela no tiene tiempo,
yo no recuerdo cómo la vi vestida ayer.
Juego con sus chales cuando se queda dormida y no puede regañarme.
Sus ojos lloran 
cuando nace un bebé,
cuando ve una película,
cuando encuentra una foto,
cuando festejamos su cumpleaños.
Los abuelos ríen y miran y se quejan
como quien no tiene prisa,
como quien lo ha visto todo,
como quien no ha visto nada.

3 comentarios:

carlos leal dijo...

yo también tube abuelitos

Daniel Arayuela dijo...

Le dejo un jitomate en la mesa, como respetuosa amenaza, me parece que hay algo de musicalidad en la imagen del texto, pero cómo extraño la musicalidad del verso. De verdad creo que un poema con un tema como este requiere el apoyo del ritmo. No digo mucho, yo sufro del mismo, digamos, mal. Sí le digo algo: el poema nace y crece en la línea 19.

Xitlally Romero dijo...

Tiene toda la razón, Daniel. Yo también echo de menos el ritmo, tan importante en la poesía, en este poema. Gracias por hacerme ver qué es lo que está fallando en este texto. A trabajar.