martes, 5 de junio de 2007

Una voz

Una voz.
Un eco.
Un chillido insistente que tiembla e insiste.
Una fragilidad hiere en las uñas y no estalla
estando ahí.
Una voz,
un eco
que desnuda.
Y una lágrima rasga
me adelgaza
me consume
agota el aire.
Una voz.
Un ojo un ojo un ojo
Un ojo un ojo tantos ojos.
No se puede llorar una culpa aprendida
desde el encierro
y la negación,
desmentidos ambos.
Por eso el frío de mis brazos que te llama,
por eso la ingenua humedad absorbida en tus labios,
el temblor de mis dedos en tus manos
la ansiedad recurrente y vespertina.
Una voz.
Un eco.
Un zumbido incitante que tiembla e insiste.
Dos ojos: tus ojos.
Hace frío esta noche que se cierra en tus brazos.