lunes, 28 de noviembre de 2011

Me acechan, fríos,

centinelas de plata
desde las piedras.

sábado, 8 de octubre de 2011

Octubre literario

De un modo o de otro, octubre siempre es un mes de fiesta literaria para mí. Acá van los eventos en los que participo en esta XXI Feria Internacional del Libro Monterrey:
  • Domingo 9 de octubre, 12 horas, sala 101. Presento Lani y el encuentro con la muerte, de Yolanda Chapa. Una novela para todas las edades.
  • Domingo 9 de octubre, 18 horas, sala 102. El proyecto de Editorial Acero se une con otras iniciativas para crear Grupo Fractal Editores. Daremos a conocer convocatorias para la recepción de nuevos manuscritos. Si tienen un libro por ahí que desean publicar, estén pendientes.
  • Domingo 16 de octubre, 15 horas, sala 105. Junto con Paulino Ordóñez y Carlos Arredondo, proyectaremos el documental completo que preparamos para Felipe Montes en ocasión a su 50° aniversario. Además, Montes dará a conocer su nuevo sitio web.
Además, Zaira Espinosa me honra con su invitación para leer en el IV Ciclo de Poesía Verso Norte. Me toca leer el:
  • Miércoles 26 de octubre, a las 19 horas, en Colegio Civil.
A lo mejor, pero todavía no es seguro, también me lanzo a una feria del libro en Monclova. Ya les avisaré. Pues ya les aviso: Sí voy a la Feria del Libro de Museo Biblioteca Pape, allá en Monclova, pero hasta el viernes 4 de noviembre.

domingo, 2 de octubre de 2011

1968

Y las fisuras se hicieron evidentes... Y ya nada pudimos hacer para cerrarlas. Como en el poema de Sully Prudhomme, el agua poco a poco se ha extinguido y el jugo de las flores se ha agotado. No sé si nos dimos cuenta tarde, o si nadie se ha dado cuenta todavía.
"No vayais a tocarlo: está quebrado."

lunes, 5 de septiembre de 2011

No habrá otra tarde iluminada y roja

ni andarán más mis pasos por tu calle.
No más encuentros asoleados, taciturnos,
ni pasillos estrechos.
Un buen día,
cualquiera,
un día de estos,
se acaba la tonada y calla el tordo.
Y hasta aquí el patio sembrado de mezquites.
Y hasta aquí el hormiguero,
cúmulo de tierra que lo comprende todo.
No más caminos. 

domingo, 28 de agosto de 2011

Los desaparecidos

Eran muchos rostros incrustadados,
y era un olor cenizo y agrietante.
Yo me senté en medio:
Una mujer callosa, labios rotos.
Un hombre, sus esposas y el custodio.
Eran muchos rostros incrustados.
No recuerdo ninguno.
Los miré uno a uno.
Uno a uno.
Pero el olor era cenizo y agrietante.
Y ya no recuerdo ninguno.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Ya no miré más tu cara ni tu rostro.

No quise verlo.
Eran demasiadas líneas oscuras,
demasiados océanos,
demasiados hilachos.
Y no quise.
No quise.
*
Se me cruzó la rama en la garganta.
No alcancé a mirar que ya estabas en la cama
agigantada.
Me avisaron entonces.
Pero había mucho sol y mucho espacio y yo no quise.
*
No quise ir a verte, amigo.
No hay banderas ni escondrijos.
Y he aquí la vieja idea del árbol que se asoma a verme.
Y he aquí otra vez eso de que el viento y que las hojas.
Pero yo no quise ir a verte, amigo.
No quise.
Se acabaron los días.
Se t(m)e acabaron los días.
Y no quise.

A J.M.

miércoles, 27 de julio de 2011

Tantos años de mirarnos el uno frente al otro

De medir la distancia entre los ojos.
De medir la distancia entre las manos.
De sabernos distintos.
De querernos distintos.
De mirarnos las pecas
y las manchas del rostro.
De oler, hasta el cansancio,
dulce, agridulce, el uno,
sal y corteza, el otro.
Tantos años de hablar lenguas extrañas,
Tanta insistencia,
Tanta.
Tanto darnos la espalda.
Siempre distintos, agazapados, tirantes.

sábado, 25 de junio de 2011

Los abuelos (de poemas para niños)

Un poema viejo que rescato para mis abuelos, 
ahora que me estoy desabuelando.

El abuelo cuenta historias por las tardes
aunque no haya quien lo escuche.
Imagino que fue el héroe de otros tiempos
donde había estrellas y había un sol.
A veces, entre el sorbo del café
parece que ha olvidado que lo escucho.
Me revuelco de risa,
le pido el cuento que narró ayer:
¿no era de Pedro el caballo?,
¿no vivían cerca del mar?
La ropa del abuelo huele a todo su cuarto,
al mercurio peruano de la mesa,
a la fuga de agua del lavabo,
al polvo de sus estatuillas,
a la crema rosa de su tocador.
La abuela viste falda todo el tiempo,
y cubre la mesa con su encanto:
empanadas, tamales, quesadillas, arroz con leche.
Y ella se sonríe con mi sonrisa.
La ropa de la abuela no tiene tiempo,
yo no recuerdo cómo la vi vestida ayer.
Juego con sus chales cuando se queda dormida y no puede regañarme.
Sus ojos lloran 
cuando nace un bebé,
cuando ve una película,
cuando encuentra una foto,
cuando festejamos su cumpleaños.
Los abuelos ríen y miran y se quejan
como quien no tiene prisa,
como quien lo ha visto todo,
como quien no ha visto nada.

lunes, 2 de mayo de 2011

Fernanda

Un bultito de carne. Un calor que se desprende y se une al de mis propias entrañas. Brisa de mar. Olas que escapan, se enmoronan y se aplastan pero llegan, redondeantes, a la mar. Cuerpo suave, sudoroso y ondulante. Agua de una fuente que no es mía pero corre hasta mi seno. Agua. Hilito de agua, pequeña piedra de río, plumita de quetzal.
Has llegado.
Llegaste.
Te veo crecer, chorrito de agua entre la tierra, esta tu tierra. Y tú me ríes desde tus más abiertas profundidades, desde esta tu claridad tan agua. Y me vas cubriendo, manantial pequeño, con tus ramas.
Has llegado.
Llegaste.
Se me llena el cuerpo.


Feliz segundo aniversario, Fernanda.

martes, 29 de marzo de 2011

Versos sueltos

Cuando era niña
todavía existía el sol,
y sol lo llamábamos.



Voy a romper mi propia regla de comentar lo que muestro. No sé hacia dónde van estos versos pero los he traído en la cabeza desde hace algún tiempo. No puedo ir más allá de esas tres líneas. Me parece que pueden ser bastante simples y, si quieren, algo tontas. Pero también me parece que encierran mucho más de lo evidente de buenas a primeras. A ver en qué terminan.

viernes, 11 de febrero de 2011

De la llaga (Sonetos lúdicos, 2006)

Este viento del mar que me conduce
por ánimos ignotos del deseo
es un cristal que apenas se trasluce
en cada amanecer que no te veo.
Esta marea del viento que no luce,
opacada por un apenas creo,
es un caudal varado en pleno cruce
de ajeno imaginar grato esperpento;
un cálido reflejo apasionado,
fuerza imposible que me niega el hado
que hará estallar regiones ignoradas.
Y acaso por las noches te imagines
una marea en los brazos que te imprime
vientos de mi quimérica alborada.