Bajo el caudal de luz:
una madeja oscura de gruesas notas,
un asomo de calma entre tenues pestañas,
un ritmo palpitante que desvanece en ecos;
el abandono grácil de una arena inquietante,
el calor envolvente que se traduce en guiño,
y este cuerpo que conozco de fisura en fisura.
Es absurdo no mirarte.
Esta noche
hay una alfombra de albor en cada orilla del mundo,
un caminar incierto en apuradas señas,
un asombro profético en el racimo de tu vientre.