miércoles, 25 de febrero de 2009

A mis lentes

Por aquello del recuerdo.
Llegó la inundación y tuve que dejarlos en mi cama.
Y abrí los ojos.
Y agua.
Más agua.
Y un beso.
No había pasos sin ustedes.
No había saltos.
No había.
Sólo ustedes.
Incluso, por las noches, dormían junto a mi almohada.
Dos aros que se mezclaban con la noche.
Dos aros que se encendían por la mañana.
No podía ser de otra manera.
No.
No pasos sin ustedes.
No saltos.
No.
No concebía cómo llegaban algunos niños y: Olvidé mis lentes.
Ni entendía con qué facilidad los descuidaban y los traían llenos de marcas y rayones.
Hasta ahora.
En que un rayo me dibujó formas, profundidades y detalles. Pero aun así los traía conmigo a todas partes.
Hasta hoy. En que un bebé los pensó juguetes y ya no están conmigo.
Y los extraño.

3 comentarios:

Aleita! dijo...

Lamentable el destino de tus lentes.
Siempre he pensado que tiene algo de romántico e ideal el hecho de no ver bien. Yo prefiero quitármelos en lugares que me recuerdan momentos tristes, para sólo tener memorias borrosas...

Xitlally Romero dijo...

Buena costumbre, Aleita. ¿También usas lentes? Una de las más bellas vivisiones que tuve antes de que me operaran fue ver la luz del día entre las ramas de un árbol, sin lentes. Eran miles de explosiones. Fue hermoso.

Yolanda Cortez dijo...

Me encanto Xitlally, la poesía y los poemas no son mucho mi fuerte. Falta alimentar mi imaginación para poder comprender las profundidades a la que nos invitas, tal vez no lo veas así y yo si pero es práctica como todo. Me agarré leyendo toda la página y tope con este que me encantó! Se me hizo tan sencillo, tan natural, bonito, con mucho sentimiento y sin embargo se habla de algo sin alma, inerte, pero con tu poema todo eso cambia. ¡Me encanto!