miércoles, 25 de febrero de 2009

A mis lentes

Por aquello del recuerdo.
Llegó la inundación y tuve que dejarlos en mi cama.
Y abrí los ojos.
Y agua.
Más agua.
Y un beso.
No había pasos sin ustedes.
No había saltos.
No había.
Sólo ustedes.
Incluso, por las noches, dormían junto a mi almohada.
Dos aros que se mezclaban con la noche.
Dos aros que se encendían por la mañana.
No podía ser de otra manera.
No.
No pasos sin ustedes.
No saltos.
No.
No concebía cómo llegaban algunos niños y: Olvidé mis lentes.
Ni entendía con qué facilidad los descuidaban y los traían llenos de marcas y rayones.
Hasta ahora.
En que un rayo me dibujó formas, profundidades y detalles. Pero aun así los traía conmigo a todas partes.
Hasta hoy. En que un bebé los pensó juguetes y ya no están conmigo.
Y los extraño.

miércoles, 18 de febrero de 2009

El otro

Acoso a la mañana.
Me revuelco.
Castañeo los cabellos en la almohada.
En mi almohada.
La cúspide de todo lo irremediablemente uraño.
El estrepitoso margen del rocío.

Ola que escarba las orillas

Ola que escarba las orillas.
Agua de mar.
Gotea.
Surco en la arena.
Espasmo.
Lagrimeo.
Sonido que murmura en la noche.
Bramidos de animal
que van y llegan,
llegan y van.
Coraza.
Lluvia que cae.
Beso pasión de playa.
Ola que escarba las orillas,
agua de mar:
gotea.