De medir la distancia entre los ojos.
De medir la distancia entre las manos.
De sabernos distintos.
De querernos distintos.
De mirarnos las pecas
y las manchas del rostro.
De oler, hasta el cansancio,
dulce, agridulce, el uno,
sal y corteza, el otro.
Tantos años de hablar lenguas extrañas,
Tanta insistencia,
Tanta.
Tanto darnos la espalda.
Siempre distintos, agazapados, tirantes.
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1 comentario:
Escribe, no pares, como si la vida te fuese en ello; o quizás la vida era esto: Escribirnos, escribirte, escribirle a él, a ella, a todos los que no saben que antes del beso está la lengua y siempre, siempre, la palabra.
Un abrazo
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