miércoles, 28 de noviembre de 2007
Me vine... (borrador de poema beat 1)
dices,
con la puesta de sol,
con el frío y la brisa
y el aliento de mar y la borrasca,
y la tierra verde, azul, morada y roja
y tonos amarillos y naranjas,
y compré un queso en la esquina,
para tu refri,
y llegué a tu puerta.
viernes, 23 de noviembre de 2007
Hombre rodeado de silencio
que rodea tus pasos cuando llegas,
cuando bajas del carro
y cuando abres mi puerta.
Te rodea el silencio, amado.
Puedo sentirlo.
Y yo prefiero tu silencio.
Prefiero tu silencio que se rompe en fisuras deliciosas que no ocultas,
que no temes.
Te acompaña el silencio, amado,
puedo sentirlo.
Y yo prefiero tu silencio.
Otro
de mirarme,
de volverme espuma que se riega en todas partes aspirando a ser tocada,
descubierta,
poseída…
martes, 6 de noviembre de 2007
Anuncios varios
domingo, 4 de noviembre de 2007
Lo confieso
Hoy lo confieso:
me da miedo la gente.
Y prefiero el sudor en el cuello.
Me dan miedo los ojos
y las bocas,
sobre todo los ojos,
y las bocas de los ojos.
Y prefiero la náusea y la cosquilla y lo confuso.
Lo confieso.
martes, 16 de octubre de 2007
Los nombres
I
Te llamé mar,
pero tus límites se hicieron inhóspitos y, siendo ola, me ahogaba.
Te llamé río,
Pero tu juguetona inconstancia me quebró entre rocas
y terminé confusa.
Te llamé arena,
y por buscarte me hice a la orilla hasta secarme.
Pero no bastó.
II
Mar extendido a cuestas
en la marea taciturna y vespertina.
Río sin nombre, escurridizo, que llora a veces.
Arena...
y, por buscarte, me hice a la orilla
hasta secarme.
Pero no basta.
Hoy te llamo desierto
(alguna vez fuiste mar, dices)
y te llamo ráfaga,
torbellino, borrasca
(¿cómo llegarías hasta mí?
¿cómo llegaste?).
Pero ninguno basta.
martes, 2 de octubre de 2007
Tardecina
y escucho al viento
presiento una luz tardecina y blanca,
unos pasos satisfechos de semana,
un sentarse a esperar que acabe el día,
un murmullo que despide o que invita y saluda,
un recordar que hay algo pendiente, algo que olvido,
o que quiero olvidar.
Y prefiero mirar el vaivén de las hojas
y los pasos cansados
y los no tan cansados,
aquellos que tienen la cualidad de ser ágiles,
aquellos que se antojan desnudos en el pasto.
En momentos así, me siento toda llena
y no me falta nada
ni siquiera la tristeza.
lunes, 27 de agosto de 2007
Maravíllense:
Voy a intentar hacer un salto que recorra temojurias e ilusiones
que no sé a dónde me llemuestre
que sigo estaré aquí estará siempre todo,
aquí.
Aquí.
Un salto.
Y al final a donde estoy.
Pero seremos lo no mismo.
Habré encontralado la huella cero,
imposible original siempre único.
Habré triunfado.
sábado, 28 de julio de 2007
Momento
Bajo el caudal de luz:
una madeja oscura de gruesas notas,
un asomo de calma entre tenues pestañas,
un ritmo palpitante que desvanece en ecos;
el abandono grácil de una arena inquietante,
el calor envolvente que se traduce en guiño,
y este cuerpo que conozco de fisura en fisura.
Es absurdo no mirarte.
Esta noche
hay una alfombra de albor en cada orilla del mundo,
un caminar incierto en apuradas señas,
un asombro profético en el racimo de tu vientre.
jueves, 19 de julio de 2007
Anuncios varios
2) He decidido, con el tan preciado apoyo de mi hombre, inicar una serie de reflexiones poéticas. Algún día podré tener un libro donde estén todos esos apuntes. Y lo disfrutaré mucho.
3) A seguir escribiendo.
martes, 3 de julio de 2007
De la queja...
Tengo miedo de encontrarme a media noche
el recuerdo de tus ojos escarlata,
de sentir en mis entrañas el deseo
de tenerte prendido de mi almohada.
Tengo miedo, y no obstante, siempre espero
la llegada de la luna en tu mirada,
el saberte extraviado entre los tenis
que suenan con tu nombre por la plaza.
Como sombra agazapada en mis tinieblas,
rasga mi sueño el eco de tu aliento:
mudo espejismo de ilusiones rotas.
Y aunque tarde en comprender por qué te encuentro
y aunque ansíe el recuerdo de esos días,
sin saber cómo ni cuándo, tengo miedo.
martes, 5 de junio de 2007
Una voz
Un eco.
Un chillido insistente que tiembla e insiste.
Una fragilidad hiere en las uñas y no estalla
estando ahí.
Una voz,
un eco
que desnuda.
Y una lágrima rasga
me adelgaza
me consume
agota el aire.
Una voz.
Un ojo un ojo un ojo
Un ojo un ojo tantos ojos.
No se puede llorar una culpa aprendida
desde el encierro
y la negación,
desmentidos ambos.
Por eso el frío de mis brazos que te llama,
por eso la ingenua humedad absorbida en tus labios,
el temblor de mis dedos en tus manos
la ansiedad recurrente y vespertina.
Una voz.
Un eco.
Un zumbido incitante que tiembla e insiste.
Dos ojos: tus ojos.
Hace frío esta noche que se cierra en tus brazos.
lunes, 28 de mayo de 2007
viernes, 11 de mayo de 2007
Transparencias II
Pero en la noche sube la marea
y se reseca la garganta a cada entrada de la noche
y viene el frío
de fuera
y sopla adentro.
El grito
de carne en cada peso de la almohada
y vuelve y arremete y hace entrada
para vestir rocío
y galopar el sueño.
Remota oscuridad que huele a mares
que se descubre en movimiento en falsas noches
que me remite en giros insaciables
para rendirme abismo
en cada vuelta
o con la oscuridad de la sala.
miércoles, 2 de mayo de 2007
Transparencias I
I
Dame tu boca
(En la sábana
del estrépito
ocurrente
-de ola, tal vez-
Es que se desliza en mis labios, yo no sé
que desgarra
y se deshace
y se derrite
única brisa o brisa única
que no está ahí
y sin embargo
Y luego irrumpe
del naufragio
-de náufrago, tal vez-
Es que se desgarra en mis labios
yo lo sé
que derrite
y se desliza
y se deshace
cuerpo exánime en la orilla
en mi orilla.
Hay que cerrar los ojos.)
lunes, 23 de abril de 2007
Credo
Creo en tu lengua.
Creo en el surco instantáneo que recreas tembloroso.
Creo en cada sombra que se pierde en tu regazo.
Creo en la sima inalcanzable de tus manos.
Creo en la esquina
en el vértice
en la orilla.
Creo en las diminutas estatuillas que destruyes cuando me nombras.
Creo en tu risa
escasa inesperada incomprensible.
Creo en el rito olvidadizo de quererte.
Creo en el sueño,
en el arco insomnio de soñarte etéreo,
Creo en la estúpida creación que es abarcarte.
Creo en el hondo vacío de mi cáliz.
Creo en tu nombre,
en el escaso espacio entre tus dedos y mi gloria.
Creo en mi vientre,
en la mala costumbre de llamarte a gritos
en las sombras.
Creo en la pálida locura de perderte.
Creo en tu esperma fuente imprecisa
creo en la llama inaudita de una orquídea.
Creo en tu lengua.
lunes, 9 de abril de 2007
Perdí la noche
Perdí la noche.
Y en el ocaso azul de mis ideas
todo expiró humillado. Perdí el día,
y luces centellearon en la entrada
de no saber el fin, de estar callada.
Inútil ceguedad, fútil espera,
atada a la marea de mis rupturas.
Solitaria
y decadente
y fragmentada,
en un continuo ser y detenerse
gastado amanecer, materia oscura.
Ahora es el ahora del mañana.
Ahora el dormir me viene grande,
cómodo y grande.
viernes, 30 de marzo de 2007
Un pretexto
se desprende una imagen que me llama,
que me agolpa a la entrada de una noche
y se cuela en el dolor que hay en mi espalda.
De ese cosquilleo que da la búsqueda,
que apabulla ante la idea del viaje,
se desprende un no sé que da la llama
y me atisba a no ceder.
Pero el vaivén abruma,
a veces, sólo a veces,
a voces insistentes
a golpes imprecisos
a sorbos diminutos,
y retorna la imagen de mi párpado
colgado en cualquier parte
que da espacio al respiro acompasado
de risa escurridiza en el silencio.
miércoles, 21 de marzo de 2007
Uno de tantos días, eventualmente
Tengo la certeza de algún día
en que la risa no baste
en que el placer del exceso y la lujuria se acumule
y el suicidio se me antoje hermoso.
Pero ahora duermo por ahora.
Estoy cansada.
Tengo la certeza de algún día
en que el llanto no baste,
en que el placer de la huida y la sangre se acumule
y el suicidio vuelva a antojarse hermoso.
Pero ahora duermo y me lo callo.
Estoy cansada.
sábado, 17 de marzo de 2007
martes, 27 de febrero de 2007
Declaración de amor a un hombre
A mi hombre
Yo no podré decirte, niña,
de tus cabellos amarrados a mis manos
de la grandeza de tus ojos en mis ojos,
de la dulzura de tus manos en mis manos.
Yo no podré decirte, niña, de tus labios
el calor de los besos que no has dado,
el fulgor de caricias que prometes,
el caudal que se pierde en tu cintura.
Y no podré cantarte, niña, en mis excesos
la tibieza de tus senos por las tardes,
la insondable oscuridad de tus abrazos,
la ternura exquisita de tu sexo.
Amado:
te descubro infinito en el orgasmo.
Anúlame tú en el espacio de tus manos,
anúlame tú, el de delicias imposibles,
anúlame tú, el de temblores absolutos,
descárgame en ti al filo de mi grito,
grito de ti y tu nombre en la demencia
de tenerte en mi boca y abrirme en tu regazo.
agota el giro.
Te abro la puerta:
viernes, 23 de febrero de 2007
Giro
Esta marea de luna
este rumbo sin rumbo y andar, andar
Es que el viento se cansa y me enamora
¡Rompo! ¡Tumbo!
La risa de las rocas (desvarío)
La luna llena de espuma
la costa suave el arrullo
Esta casualidad de encerrarme en una concha
enredar con estrellas y corales
Duermo, gimo
La arena de mi almohada (extravío)
¡Giro! ¡Rompo! ¡Tumbo!
Giro
Esta marea de luna
este rumbo sin rumbo de andar y andar
este encerrarme a solas
perder el grito en caracolas
El canto de la lluvia (desatino)
Y giro
Esta marea de luna
este rumbo sin rumbo por andar, andar
Es que el río siempre lleva al mar.
jueves, 22 de febrero de 2007
Redención
(a modo de apertura)
Es ella, la otra,
la que olvida
la que huye
la que mata.
Es ella quien ríe ávida en la cama
la que no puede contra el ansia y se lanza a las uñas
a los gritos a los gatos
a golpear ideas lejanas contra las paredes.
No soy yo.
cuando la luna gime
y ella come el viento
y ella insiste.
Terriblemente llena de vacío, se cansa de sí misma y corre a ningún lado.
Tengo que soportarla porque no podría estar sola.
Vivir sola.
Y es ella la que mata.
En la noche la arrullo con lágrimas,
las convierte en estrellas y se ríe de mis lágrimas.
Ella no llora la muerte
Ella es la que puede
la que deja
la inconstante y terca.
Me despierta su risa,
su incontenible deseo de búsqueda
-Ella le llama búsqueda a la huída-.
Huye de nosotras porque odia el ruido
y yo no entiendo su silencio.
Ella es la que rompe la que incita
la que habla.