A mi hombre
Yo no podré decirte, niña,
de tus cabellos amarrados a mis manos
de la grandeza de tus ojos en mis ojos,
de la dulzura de tus manos en mis manos.
Yo no podré decirte, niña, de tus labios
el calor de los besos que no has dado,
el fulgor de caricias que prometes,
el caudal que se pierde en tu cintura.
Y no podré cantarte, niña, en mis excesos
la tibieza de tus senos por las tardes,
la insondable oscuridad de tus abrazos,
la ternura exquisita de tu sexo.
Amado:
te descubro infinito en el orgasmo.
Anúlame tú en el espacio de tus manos,
anúlame tú, el de delicias imposibles,
anúlame tú, el de temblores absolutos,
descárgame en ti al filo de mi grito,
grito de ti y tu nombre en la demencia
de tenerte en mi boca y abrirme en tu regazo.
agota el giro.
Te abro la puerta: