Eran muchos rostros incrustadados,
y era un olor cenizo y agrietante.
Yo me senté en medio:
Una mujer callosa, labios rotos.
Un hombre, sus esposas y el custodio.
Eran muchos rostros incrustados.
No recuerdo ninguno.
Los miré uno a uno.
Uno a uno.
Pero el olor era cenizo y agrietante.
Y ya no recuerdo ninguno.
domingo, 28 de agosto de 2011
miércoles, 24 de agosto de 2011
Ya no miré más tu cara ni tu rostro.
No quise verlo.
Eran demasiadas líneas oscuras,
demasiados océanos,
demasiados hilachos.
Y no quise.
No quise.
*
Se me cruzó la rama en la garganta.
No alcancé a mirar que ya estabas en la cama
agigantada.
Me avisaron entonces.
Pero había mucho sol y mucho espacio y yo no quise.
*
No quise ir a verte, amigo.
No hay banderas ni escondrijos.
Y he aquí la vieja idea del árbol que se asoma a verme.
Y he aquí otra vez eso de que el viento y que las hojas.
Pero yo no quise ir a verte, amigo.
No quise.
Se acabaron los días.
Se t(m)e acabaron los días.
Y no quise.
Eran demasiadas líneas oscuras,
demasiados océanos,
demasiados hilachos.
Y no quise.
No quise.
*
Se me cruzó la rama en la garganta.
No alcancé a mirar que ya estabas en la cama
agigantada.
Me avisaron entonces.
Pero había mucho sol y mucho espacio y yo no quise.
*
No quise ir a verte, amigo.
No hay banderas ni escondrijos.
Y he aquí la vieja idea del árbol que se asoma a verme.
Y he aquí otra vez eso de que el viento y que las hojas.
Pero yo no quise ir a verte, amigo.
No quise.
Se acabaron los días.
Se t(m)e acabaron los días.
Y no quise.
A J.M.
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