viernes, 11 de marzo de 2016

Este lazo que nos une, hijo,

inaccesible al mundo,
es un vestigio de lo que algún día fuimos
de lo que todavía somos
es un espacio efímero, infinito
en que me voy dando
hasta encontrarte.

Decido cerrar los ojos

Decido cerrar los ojos
porque no me alcanzan la vista ni las manos
porque hace calor y tengo prisa,
y qué diferencia hace.
Soy pequeña.
Chiquita, chiquita, en voz de mi hijo.
Chiquita, chiquita.
Pero si él me mira se me agranda el alma,
y si él me toca se me agranda el pecho,
Y mis manos quieren solo cargarlo.
Y mis ojos quieren solo mirarlo.
Porque con eso basta.
Por un momento, solo con eso basta.
Hasta que vuelva a la calle,
De nuevo: a la calle.
Y la calle sea el mundo y tanto, tanto,
Tanto aquí. Allá.
Tanto.
Tanto.
Que no pueda.
Que no puedo.
Porque para eso no me alcanzan la vista ni las manos.
Decido cerrar los ojos.

lunes, 10 de marzo de 2014

Para qué poetisa

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Una de las conclusiones a las que me llevó mi tesis doctoral fue que lo que llamamos forma poética –cuento, poema, novela o ensayo literario, según aplique– es la integración fonética-conceptual que se da en la mente humana al momento de construir el significado, y no la materialidad en sí, sonora o visual, que tradicionalmente asociamos al término literatura.
Creo firmemente que esto viene del término en sí mismo, literatura, que usamos ahora en lugar de poesía, que hasta antes del siglo XVIII –creo– se usaba para referirse a cualquier invención verbal, no necesariamente en verso. Literatura inevitablemente nos remite ya a la palabra escrita. En cambio, cuando entendemos la poesía desde su origen griego como poiesis, es decir, señala Juani Guerra, como construcción imaginativa real, online, es sinónimo de “riqueza en posibilidades de emergencias de estructuras nuevas de significado abierto en cada activación por cada agente”.
Por eso, ahora más que nunca abrazo mi llamado como poetisa y ya no más como escritora. Recuerdo que el maestro Ramón Martínez me reclamaba: si vas a escribir poesía, entonces preséntate como poetisa, no como esa jediondez –los que conocieron al maestro, sabrán por qué uso la j– que usan ahora las mujeres de llamarse poetas.
Y sí, poetisa –término al que le sacaba la vuelta– me gusta más ahora porque me suena a sacerdotisa.
Me gusta pensarme entonces como una sacerdotisa de la palabra.
Lejos de ser un paliativo para excusarme de mi larga ausencia en este sitio, es más bien un compromiso: consagro mi vida a la poesía, no sólo frente al escritorio, sino en cada segundo de mi existencia.

martes, 19 de marzo de 2013

Los soldados


Hace frío.
Llego a la universidad y me detienen.
Moños negros.
Pero no lloro ni retrocedo.
No retrocedo.
Las puertas de mi universidad.
Moños negros.
No retrocedo.
–Buenos días.
–Buenos.
–Buenos días.
Pero no lloro ni retrocedo.
No retrocedo.
–Buenos días.
–¿Cómo estás?
–Bien. Muchas gracias. ¿Y tú?
–Muy bien. Gracias.
Gracias.
–Qué gusto verte.
Qué gusto.
Bandera a media asta.
Buenos días.
Qué gusto verte.
Qué gusto.
Ramón y un chico de arquitectura están en esa esquina. Fumando.
Ramón dice:
–Dla, Dle, Dlu. Dludl dla.
Y ambos empiezan a hablar: dla, dle, dlu, dludl dla.
Sergio suelta a Mou y mira a Ramón.
–¿Alguien habla japonés?
Pero no retrocedo.
Es medio día.
Y pudo ser cualquiera.
Con los pies fríos, subo las escaleras de Aulas Dos.
Con los pies fríos.
Si algo conservo de mi tierra, es eso. Me gusta la comida bien caliente.
A menos, claro, que el plato que se sirva sea frío.
Me hubiera traído las botas grises.
Pero eso de que te sirvan unos tamales que prometen mucho en su vapor, y con el primer bocado se mezcle un algo tibio con algo húmedo de tan frío nomás no.
Nomás no.
Serrano no ha llegado y espero frente a su puerta.
Por eso comprendo muy bien cuando Tanya entra al pasillo que da a la oficina del doctor Serrano, se detiene frente a mí y dice:
–Quiero un café bien caliente.
–Pero que esté bien caliente –empuño y marco.
–Sí –dice Tanya–. Bien caliente.
–¿Cómo estás?
–Por favor ábreme.
Salgo del edificio.
Tengo frío.
Y pudo ser cualquiera.
Cristal enciende una veladora.
Y otra.
–Afuera hay tantas cosas –me dice–. Tantas.
Pero ya se acerca la boda de Rodolfo y allá vamos.
A Tampico.
Es de noche.
Llegamos.
Bajamos del auto y, como en Oaxaca, hemos llegado al hotel con el nombre que nos anotó Carlos pero la reservación se hizo en otro sitio.
El teléfono que nos dieron es de otro hotel.
En fin, me dices. Prefieres quedarte aquí. Ya lo conocemos y, además, ya es de noche.
Es el mismo hotel donde nos quedamos para la otra boda, ¿te acuerdas?
Hay tantas cosas.
Tantas.
Pues aquí nos quedamos.
Nos quedamos.
Nos dan una habitación en el primer piso, a la altura de la recepción. Pero está muy bien porque desde la ventana puedo ver el Zócalo Capitalino.
Y me encanta la vista. Madres con las manos en niños y bolsas repletas, hombres de traje rumbo a la oficina, vendedores, el tránsito, turista en pantaloncillos como si no hiciera frío.
Hace frío, ya me doy cuenta, y toso.
Y todavía tengo los pies fríos.
Y ahora las manos, la nariz.
Y el turista en pantaloncillos.
Traigo una toalla en la cabeza, para que se me seque el cabello, y ropa cómoda.
Miro el Zócalo.
Paty y Dulce vienen por esa esquina.
Suena un tiro.
Todos al piso.
– Ante el menor ruido –te digo–.
Pero no me escuchas, estás en el baño.
–Ante el menor ruido.
La gente se percata de la falsa alarma y se levanta. También se levantan Dulce y Patricia. Vuelven a su conversación y siguen.
Atrás viene Selene.
La saludo.
Ella alza un poco los ojos y asiente, no muy convencida.
Me quedo pensando si ella pensará que soy una presuntuosa.
En eso me doy cuenta de que allá viene un camión lleno de militares.
Y el sonido de un helicóptero.
Que aterriza en el Zócalo.
Cerca del hotel.
Los militares.
El camión se detiene también frente al hotel y los soldados bajan. Unos se pierden a mi derecha y otros van a la izquierda. Parece que van a entrar.
Estarán buscando a alguien.
Otros más se colocan en el Zócalo, mirando al hotel. Así que me oculto tras un sillón para cubrirme. En ese momento sales del baño y te digo que te tires al piso.
Los que están afuera pueden estar dentro en cualquier momento.
Un soldado se coloca frente a nuestra ventana y te apunta.
Pongo las manos en alto para que tú lo hagas.
Pero no lo haces.
Un tipo se me acerca y le digo que piense con calma las cosas, que a lo mejor le somos útiles, y él me lanza un puñetazo en la cara que me lleva al piso.
Pero no lloro ni retrocedo.
Veo cómo te someten los soldados y te llevan fuera del cuarto.
Ojos afuera de sus cuencas.
Uñas crispadas.
Piel reseca.
No se lo lleven.
No, por favor, no se lo lleven.
No nos separen.
Necesito verlo. Necesito verlo.
Sillón rojo.
Paredes marrón.
Uñas crispadas.
Necesito verlo.
Cortinas blancas.
Sillón rojo, cojín grisáceo.
Necesito verlo.
Entra otro grupo de soldados.
Piel reseca.
Pero necesito verlo.
Un soldado del nuevo grupo se adelanta un paso, apunta y dispara contra mi agresor y, antes de que termine de pensar que quizá vienen a salvarnos, me dispara entre los ojos y me lleva al piso.
Ábreme.
Por favor, ábreme.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Ya llegó mi Octubre Literario

Pues bien, tengo el gusto de invitarlos a la presentación de mi libro de poemas Hormiguero, que edita la UANL en su colección Verso Vlanco. Estoy realmente emocionada de estar en esta colección, por su naturaleza y por los autores que ahí se han publicado. Todo el proceso fue una alegría: luego de leer en el Ciclo Verso Norte que organiza Zaira Espinosa, Jessica Nieto se comunicó conmigo para invitarme a publicar y helo aquí. Verso Norte ha sido muy generoso conmigo.
     Parecería que preparar publicaciones le ha restado tiempo a mi producción, pero espero subir cosas nuevas pronto. Mientras tanto, la cita es el martes 16 de octubre a las 18 horas en la sala 105, en el marco de la Feria Internacional del Libro Monterrey 2012. Me acompañará Iván Trejo.
     También estaré presentando otros libros:
  • La Cópula, de Paulino Ordóñez, el domingo 14 a las 19:30, sala 101.
  • Martín Glasa, de Manuel Luaces Conde, Premio Acero de Novela, el viernes 19 a las 17:30, sala 104.
  • Agua de mango, de Miguel Martínez Jiménez, el domingo 21 a las 18:00, sala 102.

     Y, finalmente, el sábado 20, a las 12:30 en la sala 105, estaré también hablando sobre el Grupo Fractal Editores, al que pertenezco.
     ¡Todos están cordialmente invitados!
 

sábado, 24 de marzo de 2012

Marzo


No debieran decir los nombres.
No tiene caso.
Hay nombres que no significan nada en la boca incorrecta.
Y es mejor no decirlos.

viernes, 17 de febrero de 2012

Orígenes y encuentros

Estos últimos días me han preguntado sobre el origen de mi interés en la poesía. La respuesta siempre es la misma: mi familia.
Les comparto una rola de mi hermano, a ver si ya se pone a subir más de sus creaciones.

http://www.myspace.com/pablocalaverandiablitos